Silvia Dalló, Responsable del Proyecto El Faro en Tánger, pone de relieve las duras condiciones que enfrentan muchos menores en situación vulnerable.

 

Según Silvia Dalló, responsable del Proyecto El Faro, muchos de los menores que participan en esta iniciativa llegan a Tánger desde diferentes regiones del sur del país, con la esperanza de encontrar nuevas oportunidades. Debido a las rigurosas medidas de seguridad en el puerto, muchos de ellos permanecen en la ciudad durante largos periodos. En ese contexto, enfrentan desafíos complejos como la falta de escolarización, el desarraigo familiar y, en algunos casos, la exposición a entornos de riesgo.
Silvia explica que, si bien algunos de estos niños no son huérfanos, provienen de entornos familiares marcados por situaciones difíciles, lo que los empuja a buscar una alternativa en las calles desde edades muy tempranas. «A los 10 u 11 años, muchos ya se encuentran viviendo sin un entorno protector, sin acceso a la educación y sin una red de apoyo», señala.

En cifras
+50 familias apoyadas

El Proyecto El Faro trabaja con dedicación para ofrecer a estos menores un espacio de esperanza y crecimiento. «El Faro I es una casa de día donde proponemos actividades educativas, recreativas y de acompañamiento. El Faro II, que abrirá sus puertas en enero, será un espacio de acogida para 12 menores que deseen dejar atrás el consumo de sustancias y comenzar una nueva etapa», explica Silvia.
Además, subraya la importancia de reconstruir la confianza y la autoestima en estos jóvenes. « Creemos que el camino hacia la reintegración social empieza por recuperar la dignidad y el sentido de pertenencia », concluye.